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La enfermedad de Huntington (HD) es un trastorno neurodegenerativo hereditario que se caracteriza por un exceso de repeticiones CAG en el gen HTT, lo que provoca la acumulación de proteína huntingtina mutada y daño neuronal progresivo. Aunque tradicionalmente se asocia con síntomas motores, el artículo subraya que las manifestaciones neuropsiquiátricas suelen aparecer antes y son, en muchos casos, las más incapacitantes. Entre los síntomas tempranos destacan depresión, ansiedad, irritabilidad, apatía y alteraciones cognitivas como déficit de atención, memoria y funciones ejecutivas. También pueden presentarse conductas desinhibidas y desorganización, incluso en fases premórbidas. Estos signos son clave para la detección precoz, pero a menudo se confunden con trastornos psiquiátricos primarios. El texto ilustra esta realidad con el caso de “Mr. Blake”, un hombre de 44 años con antecedentes de depresión que comenzó a mostrar deterioro cognitivo e irritabilidad sin síntomas motores evidentes. Una evaluación neuropsicológica reveló discapacidad cognitiva leve y la prueba genética confirmó la mutación HTT. El manejo incluyó memantina para el déficit cognitivo y fluoxetina para la depresión, aunque actualmente no existe tratamiento modificador de la enfermedad. El artículo enfatiza la importancia de un enfoque multidisciplinario que integre psiquiatría, neurología y otras especialidades para optimizar el control sintomático y prevenir interacciones farmacológicas. Además, señala la necesidad urgente de ensayos clínicos centrados en las manifestaciones psiquiátricas, dado que la evidencia actual es limitada. Entre las estrategias emergentes se mencionan terapias génicas y edición genética, aún en fase experimental. En conclusión, reconocer y tratar los síntomas neuropsiquiátricos de forma temprana es esencial para mejorar la calidad de vida y el pronóstico funcional en pacientes con HD. La detección precoz, junto con cuidados integrados y apoyo familiar, constituye la piedra angular del abordaje clínico mientras se desarrollan terapias que modifiquen la evolución de la enfermedad.

El artículo analiza la creencia errónea de que las herramientas actuariales para evaluar riesgo en psiquiatría son completamente objetivas . Parte de un caso en el que un psicólogo recién contratado utiliza estas herramientas en una clínica forense y concluye que un paciente afroamericano, estable durante 15 años, tiene alto riesgo de peligrosidad futura. Esto genera debate entre el personal, que cuestiona la validez y ética de basar decisiones solo en dichos instrumentos. La evaluación del riesgo es esencial en psiquiatría, especialmente en contextos forenses, donde la libertad del paciente depende de ella. Históricamente, la capacidad de los psiquiatras para predecir violencia futura ha sido cuestionada, lo que llevó al desarrollo de herramientas actuariales tras el caso Barefoot v. Estelle (1983). Estas herramientas, basadas en datos estadísticos, buscan reducir sesgos, pero estudios recientes evidencian que no son neutrales: incluyen variables como historial de arrestos, expulsiones escolares y detenciones juveniles, factores atravesados por desigualdades raciales. Así, pacientes negros y latinos son penalizados por sistemas que los han sobrecriminalizado desde la infancia, perpetuando la ruta de escuela-prisión. El artículo advierte que depender exclusivamente de estas herramientas es problemático. Recomienda emplear modelos de juicio profesional estructurado que integren factores históricos, clínicos y de manejo del riesgo. También señala que otras pruebas psicológicas pueden carecer de objetividad si no están adaptadas culturalmente, pues asumen experiencias y lenguaje homogéneos. Además, la interacción evaluador-paciente y los sesgos implícitos del profesional influyen en los resultados. Finalmente, se subraya que la objetividad absoluta en evaluaciones psiquiátricas es ilusoria. Factores sociales, culturales y ambientales deben considerarse para evitar conclusiones dañinas y discriminatorias. Las guías éticas instan a diferenciar hechos verificados de inferencias y a usar herramientas con cautela, reconociendo sus limitaciones y el contexto del evaluado.

En 2022, la Armada estadounidense enfrentó una crisis tras siete suicidios de marineros en el USS Washington y el centro MARMC, lo que reveló graves problemas en la salud mental militar. Robert Marietta, psiquiatra con más de 20 años de servicio, analizó el caso y destacó la desconfianza de los marineros hacia el sistema, por miedo a represalias que afectaran su carrera. Para él, la cultura organizacional, el liderazgo y las condiciones de vida son factores clave en la salud mental. Este episodio inspiró su libro Reflections of a Military Psychiatrist , donde expone un sistema “caótico y orientado a crisis”, sin planificación a largo plazo. Marietta describe la cultura del “aguanta y sigue”, que dificulta pedir ayuda, y el persistente estigma asociado al tratamiento psicológico. Recuerda cómo un general aconsejó ocultar la atención mental en los expedientes, reflejando la tensión entre necesidad y consecuencias profesionales. El libro también aborda el papel complejo del psiquiatra militar, que debe equilibrar la atención al paciente con las exigencias de la misión. Marietta propone reformas como: políticas unificadas para todas las ramas, garantías contra sanciones por revelar problemas, evaluaciones independientes antes de afectar la carrera y derecho a apelación. Aunque crítico, Marietta muestra profundo compromiso con las Fuerzas Armadas y anima a jóvenes psiquiatras a considerar esta carrera, destacando beneficios como el reembolso de préstamos estudiantiles y bonificaciones salariales. Los suicidios fueron un llamado de atención que incluso motivó cambios en el liderazgo naval. Para Marietta, la experiencia reafirma que los psiquiatras deben ser defensores de sus pacientes y de mejoras estructurales en el sistema.

Artículo de opinión publicado en Psychiatric News sobre una tendencia creciente entre estudiantes de medicina hacia la psiquiatría en EEUU, que lleva más de una década en aumento. En 2024, 1.823 graduados estadounidenses obtuvieron plazas en programas de residencia en psiquiatría, marcando el decimotercer año consecutivo de incremento. Las solicitudes también han crecido significativamente: de 1.618 en 2015 a 2.693 en 2024, según datos oficiales. En contraste, las solicitudes de médicos graduados en el extranjero han disminuido, debido a la mayor competitividad nacional. Educadores atribuyen este fenómeno a un interés genuino por la salud mental, junto con la percepción de que la especialidad ofrece equilibrio entre vida personal y profesional, además de una remuneración aceptable. Laura Roberts, jefa de psiquiatría en Stanford, señala que este entusiasmo se relaciona con avances en neurociencia, tratamientos innovadores y la posibilidad de una carrera plena. También influye la sensibilidad de una generación marcada por la pandemia, que busca conexiones humanas significativas y contribuir a resolver problemas reales como aislamiento, angustia y adicciones.

En los últimos años, la quetiapina ha experimentado un crecimiento exponencial en su prescripción, pero no para sus indicaciones aprobadas —esquizofrenia, trastorno bipolar y depresión resistente—, sino para problemas como insomnio, ansiedad, trastornos de personalidad, TEPT y síntomas de demencia. Esta tendencia se consolidó tras una agresiva campaña de marketing de AstraZeneca en la década de 2000, que promovió el uso del fármaco para múltiples trastornos psiquiátricos. Aunque la compañía pagó multas millonarias por comercialización ilegal, el uso fuera de indicación continuó, impulsado por médicos de atención primaria y enfermería, más que por psiquiatras. Estudios en EE. UU. y Europa confirman que gran parte de las nuevas recetas son para dosis bajas, especialmente para trastornos del sueño. El atractivo de la quetiapina en dosis reducidas radica en sus efectos sedantes, derivados de su acción sobre receptores de histamina y alfa-adrenérgicos, lo que la convierte en una opción tentadora para problemas comunes. Sin embargo, investigaciones recientes advierten que incluso dosis inferiores a 200 mg/día conllevan riesgos metabólicos, aumento de peso y alteraciones motoras. En adultos mayores, el peligro es mayor: caídas, demencia y mortalidad se incrementan significativamente frente a alternativas como trazodona o mirtazapina. A pesar de que muchos pacientes reportan beneficios, la evidencia científica es insuficiente. De 176 estudios piloto sobre usos no aprobados, el 79 % nunca se confirmó con ensayos robustos, aunque varias guías clínicas adoptaron estas recomendaciones preliminares. Expertos como Alpert y Muskin subrayan la necesidad de prudencia: dosis bajas no garantizan seguridad y la respuesta individual es impredecible. Además, critican la tendencia a recurrir demasiado pronto a la quetiapina sin agotar opciones más seguras. Para insomnio y ansiedad, se sugieren alternativas como trazodona, mirtazapina, paroxetina, betabloqueantes o gabapentinoides, reservando la quetiapina solo para casos específicos y bajo estrecha supervisión.

Se ha descrito repetidamente una reducción volumétrica de la sustancia gris en la esquizofrenia. Si bien los metaanálisis de estudios de neuroimagen revelaron la reducción macroscópica de la corteza cingulada anterior en la esquizofrenia, su mecanismo a nivel celular aún no se ha dilucidado. En este estudio , se analizan las estructuras somáticas neuronales de la corteza cingulada anterior en cerebros post mortem de 8 casos de esquizofrenia y 8 controles, visualizadas mediante nano-CT con radiación sincrotrónica. Conclusiones: La longitud media del soma de las neuronas en la corteza cingulada anterior del grupo de esquizofrenia es el 80 % de la del grupo de control. La diferencia en la longitud del soma observada entre los grupos de casos y controles es atribuible a las neuronas piramidales. Los casos de este estudio se pueden distinguir en grupos de esquizofrenia y control utilizando dos parámetros estructurales determinados a partir de sus tejidos cerebrales post mortem de la corteza cingulada anterior. La puntuación de alucinaciones auditivas se correlaciona significativamente con la longitud del soma neuronal. Los autores sugieren que los cambios volumétricos de la sustancia gris observados en la esquizofrenia representan una reducción del tamaño del soma y un adelgazamiento de las neuritas, lo que puede provocar un mal funcionamiento de las áreas cerebrales correspondientes. Comentado en Psypost

Estimados compañeros/as, ya estamos preparando el próximo Congreso Nacional de la SEPL, que como sabéis la sede será en Vitoria, los días 14-16 de mayo de 2026. Por dificultades en la web actual de la SEPL hemos creado para este congreso una web paralela que acoja toda la información relativa al congreso (programa, inscripciones, alojamiento y participación mediante póster). Es decir, para cualquier información relacionada con el congreso 2026, tendrás que dirigirte y consultar en esta nueva Web El enlace de contacto con esta nueva Web del congreso Vitoria 2026 es: https://psiquiatrialegal2026.com/ Disculpad las molestias. Falta terminar el programa del congreso que lo publicaremos en los próximos días. ¡Nos vemos!

El artículo examina si la atención de afirmación de género (AAG) constituye un ejemplo contemporáneo de politización de la psiquiatría. La autora plantea que, aunque AAG se presenta como un tratamiento médicamente necesario para personas trans, la evidencia científica que lo respalda es limitada y metodológicamente débil. Además, se señalan riesgos potenciales asociados, como infertilidad, disfunción sexual y efectos adversos a largo plazo. Resumen del artículo Objetivo: Fomentar el debate sobre si la atención afirmativa de género es una política gubernamental impuesta a los psiquiatras en las primeras décadas del siglo XXI. Conclusión: La atención afirmativa de género (AAG) es un enfoque de tratamiento altamente controvertido para menores con malestar de género. La AAG posee varias características únicas que potencialmente la definen como un movimiento político más que como una intervención sanitaria, entre ellas: su disponibilidad en función de la política gubernamental en lugar de la evidencia científica; la presión percibida sobre los profesionales clínicos para implementar la AAG; el uso obligatorio de símbolos visuales y lenguaje para señalar la adhesión al modelo en el ámbito laboral; y la participación de organizaciones activistas en la orientación de su implementación en los servicios de salud. La AAG se alinea con ejemplos históricos de politización de la psiquiatría al proporcionar una fachada para que los gobiernos implementen una agenda política impopular sin recurrir abiertamente a formas manifiestas de autoritarismo. Disfrazar la AAG como un tratamiento psiquiátrico logró obstaculizar el debate público al sugerir que los psiquiatras poseen un grado de conocimiento médico sobre el malestar de género del que carece la población. Los profesionales clínicos disidentes de la atención de afirmación de género (AAG) se enfrentan a presiones sociales y temen riesgos para su empleo y su registro médico. Dos sentencias recientes del Tribunal de Familia en Australia demuestran aún más los mecanismos por los cuales la AAG se mantiene vigente gracias a los profesionales clínicos activistas apoyados por una agenda gubernamental. En resumen, el artículo sostiene que la implementación de AAG no responde únicamente a criterios médicos, sino que incorpora componentes políticos que afectan la autonomía profesional y reducen el espacio para el debate científico. La autora propone una discusión crítica sobre si estas políticas se ajustan a los principios éticos y científicos de la psiquiatría o si representan una nueva forma de su instrumentalización.
Desde 2024–2025, siete comunidades autónomas (Baleares, Navarra, La Rioja, País Vasco, Comunidad Valenciana, Canarias y Cataluña) han comenzado a contratar psicólogos sin PIR (Psicólogo Interno Residente) en Atención Primaria, basándose en el Máster Sanitario General Único o mediante decreto propio. En contraste, ocho comunidades han descartado esta vía (Comunidad de Madrid, Andalucía, Asturias, Castilla-La Mancha, Aragón, Galicia, Murcia y Extremadura) y exigen psicólogos con PIR para Atención Primaria, argumentando cumplimiento legal. Este panorama revela una fragmentación autonómica, sin correlación con el signo político de los gobiernos : tanto regiones gobernadas por PP como por PSOE se alinean en ambos bandos. En resumen, la incorporación de psicólogos sin PIR en Atención Primaria ha generando una disputa entre impulsores —que alegan falta de profesionales y apoyo institucional— y detractores —que advierten de ilegalidad, desprofesionalización y debilidad del modelo clínico. La disparidad autonómica —sin vínculo claro con orientación política— refleja un país dividido sobre la aplicación del PIR, marcado por tensiones sociales, jurídicas y asistenciales.
EEUU ha otorgado la patente a Laguna Diagnostics por un innovador test de sangre rápido capaz de distinguir entre esquizofrenia y trastorno bipolar. La tecnología se basa en un panel de 18 biomarcadores de ARN mensajero (mRNA), validado previamente en un estudio de 2018 en Molecular Neuropsychiatry, con una precisión diagnóstica del 88 al 96 %. Comparando patrones de expresión génica de pacientes con esquizofrenia, con trastorno bipolar y controles sanos, el test analiza, mediante un proceso en cuatro etapas, la expresión de estos genes y calcula la probabilidad estadística de cada diagnóstico. El artículo destaca un testimonio de la madre de una paciente, quien describe cómo casi tres décadas de diagnósticos erróneos y tratamientos inapropiados podrían haberse evitado si hubiera existido un test similar, y subraya el impacto potencial en la calidad de vida de pacientes y familias.


