Estudios multicéntricos internacionales han demostrado que entre el 27% y el 65% de las pacientes femeninas y entre el 26% y el 57% de los pacientes masculinos con depresión que reciben tratamiento con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) o inhibidores de la recaptación de serotonina-noradrenalina (ISRSN) informan de un empeoramiento de las dificultades sexuales preexistentes o la aparición de nuevas dificultades sexuales en las primeras semanas de tratamiento, especialmente anorgasmia (lo que lleva al uso de ISRS para la eyaculación precoz).
Se ha observado que la disfunción sexual relacionada con los ISRS tiende a persistir mientras se continúa el tratamiento, e incluso ocasionalmente después de suspenderlo. Además, se han descrito dos síndromes poco reconocidos y mal definidos en la literatura: el síndrome de disfunción sexual posterior a los ISRS (similar al síndrome posterior a la finasterida) y el síndrome de excitación genital persistente. El primero puede manifestarse como anestesia genital, orgasmos sin placer o débiles, disminución del deseo sexual, disfunción eréctil o eyaculación precoz en hombres, y como disminución de la lubricación vaginal y sensibilidad en los pezones en mujeres. El segundo se caracteriza por una excitación sexual subjetiva espontánea e incesante en ausencia de deseo o estimulación sexual. Los factores desencadenantes pueden incluir la estimulación física, el estrés, la ansiedad, la ropa ajustada, los vehículos vibrantes y montar a caballo. Aunque se han propuesto diversas teorías sobre los mecanismos involucrados, la base de evidencia sigue siendo limitada.
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