La depresión post-ictus ocurre en un tercio de los supervivientes de un ictus, lo que lleva a una disminución sustancial de la calidad de vida. así como retraso en la recuperación funcional y neurológica. La detección temprana de pacientes en riesgo y el inicio de medidas preventivas personalizadas pueden reducir la carga médica y socioeconómica asociada con el PSD.
En este estudio se hace una revisión sistemática de la evidencia actual sobre la prevención farmacológica y no farmacológica de la depresión post-ictus.
Resultados:
El conjunto actual de evidencia sobre intervenciones para prevenir la depresión post-ictus muestra una heterogeneidad sustancial. Esta observación fundamenta la necesidad de ensayos controlados aleatorios bien diseñados para probar la seguridad y eficacia de los regímenes de prevención farmacológicos y no farmacológicos, para minimizar el riesgo de la depresión post-ictus en los supervivientes de un accidente cerebrovascular.
Los datos proporcionados sugieren que las estrategias integradoras que combinan intervenciones no farmacológicas personalizadas, como apoyo educativo sobre salud mental y física, y estrategias farmacológicas como los ISRS, pueden ser el enfoque más prometedor. Sin embargo, a pesar de la falta de evidencia estadística clara, este enfoque integrador depende de la viabilidad local y el entorno clínico.
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