En el Sur de Londres y para disminuir el riesgo de contagio durante la pandemia COVID-19, el intervalo de control hematológico de clozapina se amplió de 1 a 3 meses.
Este estudio investiga el impacto de este cambio temporal de política en los resultados clínicos y de seguridad.
El resultado es que no hubo evidencia de que la incidencia de neutropenia severa aumentara en el grupo que recibió un seguimiento más distanciado.
En opinión de los autores, la flexibilización de los requisitos de control de clozapina en sangre, impulsada por la pandemia, brinda una oportunidad para revisar el protocolo a seguir.
Los casos de agranulocitosis relacionada con clozapina suelen ocurrir en los primeros 6 meses de tratamiento, lo que sugiere que esta reacción adversa al fármaco se puede identificar en las primeras etapas mediante un seguimiento estándar. Además de esto, se está acumulando evidencia que cuestiona la necesidad de un control hematológico más allá de los primeros 6 a 12 meses de tratamiento con clozapina.
De hecho, los autores han señalado que el riesgo de neutropenia es comparable al de otros psicotrópicos que no están sujetos a los mismos requisitos de análisis de sangre y que la rigurosidad de la práctica actual es el resultado de casos aislados en etapas tempranas del desarrollo de la clozapina.
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