El hecho de que el sistema digestivo y el sistema nervioso central (SNC) estén en comunicación estrecha y constante está bien establecido, de ahí que se hable de un eje cerebro-intestino. De manera similar, es bien sabido que las emociones positivas y negativas, como el disgusto o la felicidad, pueden evocar sensaciones subjetivas en el cuerpo, incluido el estómago. Lo que falta es la evidencia directa y objetiva de que las emociones están correlacionadas con cambios en la fisiología gástrica.
Este estudio utiliza un método novedoso para relacionar la acidez gástrica con las valoraciones subjetivas de las emociones inducidas por videoclips.
Resultados: cuando los participantes observaron videoclips aterradores y repugnantes, informaron percibir no sólo sensaciones cardíacas y respiratorias sino también sensaciones gástricas, como náuseas. Además, se encontró que había una clara relación entre la fisiología del estómago y las emociones percibidas. Específicamente, cuando se mostraban videoclips repugnantes, cuanto más ácido era el pH, más participantes reportaban sentimientos de disgusto y miedo; cuanto menos ácido era el pH, más felicidad reportaban.
El estudio es un primer paso para comprender las relaciones entre las emociones y el cuerpo. No se trata sólo de una curiosidad académica: las enfermedades neuropsicológicas como el autismo están estrechamente relacionadas con los trastornos del sistema digestivo, y viceversa. Patologías como el síndrome del intestino irritable se asocian con una mayor incidencia de depresión.
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