El litio es el fármaco más antiguo que se prescribe continuamente en psicofarmacología, y su uso como agente para tratar los trastornos del estado de ánimo se remonta al siglo XIX. Aunque los médicos lo prescriben con menos frecuencia que en el pasado, su utilidad en el tratamiento del trastorno bipolar es incuestionable. Las nuevas indicaciones potenciales para su uso en psiquiatría han generado entusiasmo sobre las funciones más amplias del litio en el tratamiento y la prevención de otros trastornos.
Aparte del trastorno bipolar, otros posibles usos clínicos del litio en psiquiatría han renovado el entusiasmo por la investigación en otras áreas, como el suicidio, el posible efecto neuroprotector (prevención del deterioro cognitivo) y, posiblemente, la prevención de infecciones virales y la disminución del riesgo de cáncer.
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