Entrevista de varios expertos en sanidad al Profesor Joan-Ramon Laporte, catedrático de Farmacología y Terapéutica, donde aporta numerosas reflexiones recogidas en su último libro, "Crónica de una sociedad intoxicada" y describe el estado de la cuestión en torno a ensayos clínicos fraudulentos y falta de seguimiento de los efectos adversos de los medicamentos.
Se recomienda una lectura completa y tranquila del artículo (también está disponible en vídeo) y para los huérfanos de tiempo os entresaco algunas frases/ párrafos:
“No podemos confiar en la investigación publicada porque es selectiva, porque está manipulada y porque es fraudulenta … cada vez se van limitando más las exigencias o los requisitos para autorizar un nuevo medicamento, y esto se une a lo que contaba antes del fraude y la manipulación...
Por cierto, hace pocas semanas la agencia de regulación británica, que para los europeos hasta hace 10 o 15 años era un modelo de seriedad, ahora es un ejemplo de payasada y ha cambiado el proceso. Ya no les llama procedimientos de autorización y evaluación de medicamentos, les llama algo así como procedimientos de acompañamiento y ayuda para la comercialización. Es ponerse a los pies de las compañías para ayudarlas en el camino para llegar al mercado. Contribuye la propia agencia británica a algo de lo que hablo así un poco de pasada en el libro, pero que me parece que es filosóficamente interesante, que es la perversión del lenguaje. Se habla de evidencia para hacer referencia a indicios, de seguridad para hacer referencia a los efectos adversos, de regulación, que en realidad es facilitación... el 86 por 100 del presupuesto de la Agencia Europea del Medicamento es pagado por la industria farmacéutica… el 83 o 84 por 100, no recuerdo exactamente, del presupuesto de la FDA de medicamentos es aportado por la industria farmacéutica, quizá esto nos ayude a entender por qué el regulador se ha convertido en un servidor de los laboratorios, y, cada vez menos, es una garantía de protección de la salud pública … Agencia Española del Medicamento ingresa dinero por el hecho de evaluar medicamentos para la EMA … todos los reguladores tienen una relación demasiado promiscua con la industria...
En Estados Unidos, la mitad de los miembros del Congreso y del Senado tienen acciones que Pfizer les ha regalado. Desde tiempos de Ronald Reagan la corrupción está legalizada, solo hay que declarar lo que te dan. Ahora hay un senador, Bob Menéndez, que está en juicio porque escondió lo que le habían dado varias compañías, entre ellas farmacéuticas.
En el juicio en el que está ahora Donald Trump sobre cómo se intentó sobornar a una actriz para que no reconociera su relación con el expresidente, quien pagó a la actriz para que se callara no fue Trump, ni su abogado, (aunque su abogado intervino), fue Novartis y el director de Novartis en Estados Unidos dimitió poco después de que se supiera este escándalo en 2017. Resulta que el mismo abogado de Trump, era el abogado de Novartis, mira qué casualidad. Este abogado tenía una empresa tapadera a la que Novartis ingresó el dinero para que se lo hicieran pasar a la actriz. Es un ejemplo del nivel de corrupción en el poder político y en el legislador. Cuando hablo de Estados Unidos lo digo por dos motivos, el primero porque las legislaciones en Estados Unidos sobre estas cuestiones tarde o temprano acaban difundiéndose, a veces diluidas al resto del mundo, y, segundo, porque es curioso que en Estados Unidos se sepa de tantos casos de corrupción y en otros países no sabemos absolutamente nada, como si aquí estas cosas no ocurrieran.
Comentario personal: vaya por delante que no soy un experto en la materia como los participantes en la entrevista, pero por opinar que no quede. Entiendo que el deseo de conseguir ensayos clínicos ajenos a cualquier otro interés que no sea otro que conocer los resultados del estudio, me parece un interés irrenunciable, pero vivimos en una sociedad de mercado donde lo que manda es el dinero y no creo que los estados estén en condiciones de invertir en investigación con los mismos recursos que las empresas farmacéuticas.
Sin olvidar el gran beneficio social que aportan las compañías farmacéuticas con el descubrimiento de nuevos tratamientos, es importante poner límites al posible abuso de la ambición humana.
Quizás lo más importante sea exigir trasparencia (“seguir la pista del dinero”) y una legislación que penalice de forma significativa conductas delictivas, como ocultar información a sabiendas del daño que ocasiona. O quizás al final tendrá que ser el usuario quien exija en la farmacia que le den el fármaco de otra compañía farmacéutica que sí tenga un comportamiento ético y ejemplar con la sociedad.
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