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Tratamiento involuntario de las enfermedades mentales

22 de febrero de 2023

Artículo de reflexión sobre el papel de los psiquiatras ante el debate social por los tratamientos involuntarios. 


Actualmente hay en EEUU un movimiento gradual hacia el tratamiento legal obligatorio de enfermedades mentales graves. Por ejemplo, el alcalde de Nueva York ha propuesto intensificar los esfuerzos para hospitalizar involuntariamente a personas sin hogar con enfermedades mentales graves, aunque no representen una amenaza de violencia. Por otro lado, este tipo de movimientos revive los temores de respuestas coercitivas, opresivas y traumáticas a las enfermedades mentales y volver a una era de reinstitucionalización. 


El Dr. Daniel Morehead, autor del artículo, se pregunta dónde están los psiquiatras en este debate, que no tienen un lugar público prominente en estas discusiones.


Entiende que el tratamiento involuntario plantea el espectro de la psiquiatría coercitiva y la imagen del psiquiatra como un sádico hambriento de poder. Revive y refuerza la vieja impresión de que el psiquiatra es un ejecutor del control social más que un sanador de la mente. Y esta es una imagen que muy pocos psiquiatras desean retomar.


El Dr Morehead recuerda que el tratamiento involuntario no es exclusivo de la psiquiatría. En contraste con las impresiones públicas, el tratamiento involuntario es un elemento básico de toda la atención médica para condiciones graves y potencialmente mortales. Por ejemplo, el caso de una persona que acaba de sufrir un accidente grave, está inconsciente y precisa de un tratamiento urgente o el caso de un paciente hospitalizado que tiene un delirium y quiere marcharse porque llega tarde al trabajo pensando que está en casa. 


Es cierto que en psiquiatría hay una particularidad y es que gran parte de las enfermedades que afectan a la capacidad de decidir siguen una evolución crónica.


Sin embargo, el principio ético es el mismo para la psiquiatría que para otras ramas de la medicina: las personas con enfermedades graves y potencialmente mortales pueden rechazar el tratamiento, pero solo si están en su estado mental normal para hacerlo.


El dilema es qué pasa con personas con enfermedades crónicas (por ejemplo psicosis, deterioro cognitivo) que su capacidad de decidir solo está afectada parcialmente y pueden conservar cierta capacidad para razonar sobre las consecuencias de sus decisiones y cierta capacidad para llevarlas a cabo. ¿Se debe permitir que las personas en esta posición rechacen el tratamiento? 


El Dr Morehead considera que nuestra sociedad es profundamente ambivalente sobre esta cuestión y aboga por una función educadora del psiquiatra.

Los psiquiatras sólo deben educar al público sobre el internamiento involuntario, no decirle qué hacer.


Opina que los psiquiatras hacen bien en mantenerse al margen del debate sobre las leyes del internamiento involuntario. El público no nos ve como expertos imparciales y con argumentos basados ​​en la ciencia con respecto a esta pregunta. Nos ve como personas que tienen un conflicto de intereses.



En esta labor educativa el psiquiatra debe ayudar al público a comprender que el tratamiento psiquiátrico involuntario no es fundamentalmente diferente de otros tipos de tratamiento médico involuntario, y que los psiquiatras, en este sentido, no son diferentes de cualquier otra clase de médico.

Por Alfredo Calcedo 21 de febrero de 2025
Los psiquiatras a veces se encuentran en la encrucijada de cruzar un límite ético o profesional. El código de ética de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría exige que los psiquiatras no se aprovechen de sus pacientes y que se aseguren de que no haya apariencias de incorrección. En este breve artículo se dan algunos consejos para la gestión de riesgos y como abordar las relaciones duales (tratar a un familiar o amigo), conductas intrusivas de los pacientes, el rol de experto forense versus médico tratante y otras situaciones que conllevan el potencial de cruzar límites profesionales y éticos
Por Alfredo Calcedo 21 de febrero de 2025
El artículo aborda el impacto de la expansión de las apuestas legales en la salud pública. Desde la decisión del Tribunal Supremo de EE. UU. en el caso Murphy v. National Collegiate Athletic Association, que permitió a los estados legalizar las apuestas deportivas, ha habido un aumento significativo en las apuestas, especialmente online. El estudio destaca que el número de estados con apuestas deportivas legales ha crecido de 1 en 2017 a 38 en 2024, y las apuestas totales han aumentado de $4.9 mil millones a $121.1 mil millones en el mismo período. El artículo subraya la necesidad de esfuerzos de salud pública para abordar los posibles daños relacionados con el rápido crecimiento de las apuestas deportivas. Por otro lado las repercusiones negativas del juego en la salud y el bienestar pueden ser graves y de amplio alcance . Incluyen trastornos de salud mental (depresión, trastornos bipolares y tendencias suicidas) y trastornos por consumo de sustancias. El juego tiene una asociación sustancial con el bienestar financiero, con efectos negativos para el trabajo, la educación y la vida familiar. Cada vez hay más evidencia que demuestra que el juego también puede ser un factor de riesgo o moderador de la violencia de pareja (desde y hacia la pareja del jugador) y el maltrato infantil. El efecto negativo del juego es particularmente preocupante dado el crecimiento explosivo internacional de las oportunidades y los lugares de juego, muchos de los cuales son posibles gracias a las innovaciones en las tecnologías de la comunicación, incluidos los teléfonos inteligentes y el acceso a Internet de alta velocidad. En España, la Red de Atención a las Adicciones pide la eliminación “absoluta” de la publicidad relacionada con las apuestas.
Por Alfredo Calcedo 21 de febrero de 2025
La noticia aborda la preocupante disminución de la tasa de vacunación contra la gripe entre los profesionales sanitarios en España. En 2023, solo el 42% de los sanitarios se vacunaron, una caída significativa desde el 66% en 2020. Esta tendencia pone en riesgo tanto a los sanitarios como a los pacientes vulnerables. Las razones detrás de esta disminución incluyen la falta de percepción del riesgo, el fin de la emergencia por la pandemia de Covid-19 y la insuficiencia de estrategias de concienciación. Juan Martínez, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, señala que la desaparición del contexto de emergencia sanitaria ha reducido el estímulo para vacunarse. Además, muchos sanitarios no se consideran a sí mismos como población de riesgo debido a su juventud y buena salud. El artículo también destaca la falta de recursos y la ineficacia de las campañas de promoción de la salud dirigidas a los sanitarios. Martínez insiste en la necesidad de mejorar la comunicación y la educación sobre vacunación dentro del sector. La falta de información adecuada y la percepción de que el único motivo para vacunarse es el altruismo no son suficientes para persuadir a los profesionales. En resumen, el artículo subraya la urgencia de reforzar la información, mejorar la accesibilidad a la vacuna e invertir en prevención para revertir esta preocupante tendencia.
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