Dado el origen ectodérmico compartido y el desarrollo integrado de la cara y el cerebro, los biomarcadores faciales surgen como candidatos potenciales para evaluar la vulnerabilidad a trastornos en los que el desarrollo neurológico está comprometido, como la esquizofrenia (SZ) y el trastorno bipolar (BD).
En este estudio se identifican diferencias sutiles en la morfología facial que podrían estar relacionadas con el diagnóstico de la esquizofrenia y el trastorno bipolar. En general, los resultados señalan la forma facial como un candidato prometedor para evaluar el riesgo biológico de esquizofrenia y trastorno bipolar y revelan mecanismos fisiopatológicos específicos del sexo que modulan la interacción entre el cerebro y la cara durante el desarrollo neurológico en la esquizofrenia.
Estos resultados animan a realizar más investigaciones para establecer correlaciones entre la cara y el cerebro como biomarcadores para estos trastornos, realizando análisis morfométricos aún más precisos integrados con datos genéticos. Este enfoque facilitaría el desarrollo de un biomarcador compuesto que combine datos fenómicos y genómicos del cerebro y la cara, mejorando en última instancia su potencial para evaluar la vulnerabilidad a la esquizofrenia y el trastorno bipolar.
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