Hay muchos mecanismos a través de los cuales las características de la vivienda pueden influir en la salud y, por tanto, en el envejecimiento biológico. De forma breve, se pueden resumir, por un lado, las condiciones físicas de las viviendas (factores como el frío, el moho, el hacinamiento y los riesgos de lesiones) y por otro lado, los aspectos psicosociales de la vivienda que se relacionan con la salud a través del estrés y el estigma.
Según los resultados de este estudio, mediante análisis de la metilación del ADN, las personas que viven en una vivienda de alquiler envejecen más rápido que aquellas que residen en una vivienda de su propiedad. Es importante destacar que el impacto de vivir en alquiler frente a vivir en propiedad es mayor que el impacto de experimentar desempleo frente a estar empleado o ser exfumador vs nunca fumador.
El análisis sugiere que vivir en una casa alquilada tiene un impacto casi dos veces mayor en el envejecimiento que estar desempleado y que el desempleo es similar en su efecto sobre el envejecimiento a haber experimentado repetidos atrasos en el pago del alquiler.
A tener en cuenta que el estudio es observacional, por lo que no se han podido encontrar causas concretas aparte de esta posible correlación, y tampoco se ha establecido una relación causa-efecto, por lo que el simple hecho de ser inquilino no envejece, sino que serían otros factores relacionados con esta situación los que resultarían perjudiciales.
Conclusión: según los autores del estudio, las circunstancias de la vivienda pueden afectar negativamente a la salud a través de un envejecimiento biológico más rápido. Sin embargo, el envejecimiento biológico es reversible lo que pone de relieve el importante potencial de los cambios en las políticas de vivienda para mejorar la salud de la población.
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