El cerebro en la menopausia
El estrógeno es crucial para regular la salud cerebral, influyendo en la cognición, el comportamiento y la estabilidad emocional. Apoya la capacidad del cerebro para adaptarse, aprender y mantener la energía. Sin la presencia constante de estrógeno, el cerebro debe encontrar nuevas formas de mantener estas funciones, lo que a menudo conduce a dificultades mentales temporales.
Los investigadores han descubierto cambios específicos en el cerebro durante la menopausia, muchos de los cuales están relacionados con la reducción de los niveles de estrógeno. Los cambios estructurales clave incluyen una pérdida de células cerebrales en áreas implicadas en la atención, el control de la temperatura, el lenguaje, el estado de ánimo y la memoria.
En promedio, las mujeres tienen un mejor desempeño que los hombres en las mediciones de memoria, comenzando tan pronto como después de la pubertad. Sin embargo, esta ventaja se reduce con la menopausia, mientras que el hipocampo (una zona del cerebro importante para la formación de la memoria) se encoge en tamaño, lo que puede contribuir a las dificultades de memoria que informan las mujeres menopáusicas. Mientras tanto, el hipotálamo (una región del cerebro que regula la temperatura corporal) casi duplica su tamaño con la menopausia, lo que potencialmente contribuye a los síntomas de los sofocos. La amígdala (un área involucrada en la regulación de las emociones) también disminuye en tamaño, lo que podría desempeñar un papel en los cambios de humor que experimentan algunas mujeres. Además, las áreas del cerebro que controlan los ciclos del sueño se alteran, lo que puede ayudar a explicar por qué el insomnio es común durante la menopausia.
¿Son permanentes estos cambios? En muchas mujeres, estos síntomas mejoran después de la menopausia, una vez que el cerebro se adapta a la pérdida de células cerebrales. Incluso la pérdida de células cerebrales puede revertirse en algunas mujeres. Sin embargo, se necesita más investigación para comprender qué cambios son temporales y cuáles permanentes, por qué algunas mujeres se recuperan cognitivamente mientras que otras no, y cómo la genética y el estilo de vida afectan el ciclo de los síntomas de la menopausia.
La sociedad ha estigmatizado muchos aspectos de la menopausia, pero no hay por qué avergonzarse. A medida que las investigaciones continúan descubriendo la intrincada relación entre la menopausia y la salud cerebral, una cosa está clara: la menopausia no es un fracaso ni el fin de los “años de gloria” de una persona; es una nueva etapa de la vida que el cerebro aprende a transitar, como cualquier otra.


