El nervio vago y el eje cerebro-intestino: implicaciones en los trastornos neuropsiquiátricos

30 de octubre de 2024

Este artículo explora la conexión entre el nervio vago y el eje cerebro-intestino, y cómo esta relación puede influir en los trastornos neuropsiquiátricos. El nervio vago, el décimo nervio craneal, es crucial para la comunicación bidireccional entre el cerebro y el intestino. Este nervio contiene tanto fibras sensoriales como motoras, y desempeña un papel vital en la regulación de funciones viscerales, incluyendo la digestión y la respuesta al estrés.

El eje cerebro-intestino (BGA por sus siglas en inglés) es un circuito neurovisceral que incluye el sistema nervioso central (SNC), el sistema nervioso periférico (SNP), el sistema nervioso autónomo (SNA), el sistema nervioso entérico (SNE) y el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HPA). Este eje también está influenciado por la microbiota intestinal, que puede afectar la salud mental y física.

El nervio vago es fundamental en este eje, facilitando la comunicación entre el SNC y el SNE. Esta comunicación puede influir en procesos neuronales, funciones cerebrales y ciertos comportamientos, como la alimentación y el estado de ánimo. Además, el nervio vago puede modular reflejos intestinales y ajustar las variaciones del estado de ánimo.

El artículo también destaca la importancia de las células enteroendocrinas (EECs) en la mucosa intestinal (son células epiteliales especializadas que evalúan químicamente el lumen intestinal (células y tejidos vecinos) y su contenido (macromoléculas nutricionales, microbioma y otros), que interactúan con el nervio vago para regular funciones digestivas y metabólicas. Estas células pueden influir en la secreción de hormonas y neurotransmisores, como la serotonina, que es crucial para la salud mental.

En resumen, el nervio vago y el eje cerebro-intestino tienen un papel significativo en la fisiología y la patología de los trastornos neuropsiquiátricos. La investigación en este campo está creciendo, y hay evidencia que sugiere que el BGA podría ser clave en la base patofisiológica de ciertos trastornos mentales.

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