Este artículo explora cómo los médicos, en un mundo de alta presión de la medicina, encuentran consuelo y control en rituales y supersticiones. Estas prácticas están profundamente arraigadas en la cultura de la profesión médica y ofrecen una sensación de orden en medio de la incertidumbre inherente al campo. Por ejemplo, en el Hospital Lehigh Valley en Allentown, Pensilvania, se evita el número 13 en las salas de operaciones, reflejando una tendencia más amplia entre los profesionales médicos para evitar malos presagios.
Los médicos y cirujanos adoptan amuletos únicos, como pulseras de amistad o zuecos de una determinada marca (Wonder Woman) que se cree que fortalecen el rendimiento quirúrgico, y siguen rituales preoperatorios específicos que requieren dos horas de preparación. A pesar de la falta de evidencia científica que respalde la efectividad de tales supersticiones, persisten, subrayando una necesidad humana fundamental de encontrar orden en el caos y consuelo en la tradición.
Sin embargo, hay una línea delgada entre los rituales útiles y el comportamiento compulsivo que podría interrumpir el trabajo o reducir la flexibilidad en la respuesta a la naturaleza dinámica de las emergencias médicas. En general hay un consenso que se inclina hacia una aceptación pragmática de estas prácticas, siempre que no interfieran con la atención al paciente o los resultados.
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