El sueño es un derecho humano y su privación es una tortura
Este artículo explora la intersección de la privación del sueño, los derechos humanos y el papel de los profesionales médicos en el abordaje, la identificación y la prevención de la privación del sueño como medio de coerción y abuso.
Los tribunales internacionales y de los Estados Unidos han reconocido que la privación del sueño es un castigo cruel e inusual que constituye tortura. La privación del sueño, lograda mediante técnicas como interrogatorios prolongados y bombardeo acústico, causa graves consecuencias mentales y físicas, incluido un aumento de la ansiedad, deterioro de la función cognitiva y aumento del riesgo cardiovascular. En particular, a la luz de la naturaleza subjetiva del sufrimiento mental, la ausencia frecuente de pruebas físicas obvias y la falta deliberada de documentación de dichas pruebas por parte de los perpetradores, es imperativo que los expertos médicos tiendan un puente entre la ciencia y la ley, testificando sobre los efectos negativos específicos de la privación del sueño en una persona determinada y, de ese modo, aclarando los umbrales a partir de los cuales el maltrato constituye tortura.

