La terapia cognitivo-conductual como tratamiento integral de los trastornos de la personalidad
Las personas con trastornos de la personalidad presentan patrones cognitivos, afectivos y conductuales generalizados y rígidos que deberían ser el foco de los esfuerzos terapéuticos.
Los trastornos de la personalidad tienen una tasa de prevalencia estimada de aproximadamente el 8% en entornos comunitarios, pero en entornos hospitalarios la tasa puede llegar al 76%.
Este artículo se centra en describir las características diagnósticas de los tres grupos de trastornos de la personalidad, describir las características clave de las terapias cognitivo-conductuales (TCC) más destacadas en el tratamiento de los trastornos de la personalidad (terapia de esquemas, la terapia interpersonal cognitiva y la terapia dialéctica conductual) y diferenciar las estrategias y habilidades terapéuticas fundamentales en cada uno de los 3 tipos de terapia para los trastornos de la personalidad.
Conclusiones
Los modelos de terapia cognitivo-conductual (TCC) se centran en las cogniciones, las emociones y los patrones de conducta disfuncionales que las personas han experimentado a lo largo de sus vidas. Entre los enfoques de los trastornos de la personalidad, destacan tres enfoques de TCC. La terapia de esquemas hace hincapié en las necesidades emocionales desatendidas, los esquemas desadaptativos tempranos y los modos de esquema e implica trabajar los procesos de esquemas (entrega, evitación y compensación) y el desarrollo del modo adulto sano para mejorar la flexibilidad de los esquemas. La terapia interpersonal cognitiva se centra en desconfirmar los esquemas interpersonales disfuncionales de los pacientes mediante el desarrollo gradual de relaciones sociales saludables. La terapia dialéctica conductual (DBT) es un enfoque de tratamiento multifacético comprometido con la enseñanza de habilidades esenciales para afrontar la desregulación emocional y las dificultades interpersonales.
Se ha demostrado que la terapia cognitivo conductual es eficaz para reducir los síntomas y mejorar el funcionamiento en diversos trastornos de la personalidad. No obstante, se justifican más investigaciones para determinar su eficacia en trastornos específicos o grupos de trastornos y para aclarar los mecanismos de cambio involucrados.

